El doceavo campeonato de la era profesional conquistado por el Rebaño Sagrado puede servir de excusa para todo tipo de reflexiones. Les comparto la mía, que tiene como punto de partida una fotografía que a mi gusto condensa muchos hechos significativos que hemos vivido en la última década.
Y es que en medio del vendaval de felicitaciones e intercambio de mensajes eufóricos que los rojiblancos tuvimos este domingo 28 de mayo, cuando el árbitro pitó el final del partido de vuelta de la final del Clausura 2017, hubo una imagen que me llamó la atención poderosamente por la cantidad de recuerdos que llegaron a mi mente. No fue Salcido levantando la Copa, no fue Almeyda prometiendo un tatuaje, ni Pulido o Vázquez celebrando su gol.
La imagen, de autor desconocido para mí, fue publicada por las cuentas oficiales de Chivas en Redes Sociales, y es sencillamente, ésta:
No es el mejor encuadre. No es la más estética. No tiene la iluminación más cuidadosa (tanto así que la original es un poco más obscura), pero el momento que captó, a mi gusto, fue genial.
Por cierto, antes de darme a entender quiero recordar que existe una tendencia muy gringa que pregona que el resultado “es el que manda”, y que el éxito, de facto, anula los fracasos. Suena lindo, como de curso motivacional, pero no concuerdo con eso, y deseo dejarlo bien claro desde el principio. Mis observaciones parten de otro ángulo, y si a continuación se mencionan algunos malos momentos y algunas críticas a la administración de Chivas, no es para revivir viejas heridas ni para decir que “ya todo está en el olvido”. Invoco los sinsabores, más bien, para recordarnos a todos los rojiblancos las lecciones que hemos tenido que aprender para ser nuevamente campeones y para valorar el triunfo.
10 años en una sola imagen
El primer elemento que llamó mi atención fue, evidentemente, la coronación en casa. Chivas consiguió el título en su estadio, pero no es el mismo en el que lo hizo hace 20 años, en el ya remoto torneo de Verano de 1997 ante Toros Neza. Al fondo, impactante, el graderío que luce abarrotado es el del Estadio Chivas, inaugurado como Estadio Omnilife a mediados de 2010, luego de una carretada de críticas (muchas de ellas bien ganadas) para la directiva.
La razón: porque mes con mes se posponía la fecha de inauguración del inmueble, mismo que supuestamente serviría para celebrar el centenario de nuestra institución. Durante meses… ¡años!, las palas mecánicas hicieron lo mismo en el área destinada para el estadio, según reportaban los medios informativos más serios (es decir, los menos peores): remover tierra. El hecho, a la distancia, ya sólo causa gracia, pero debió ser especialmente molesto para quienes pagaron su palco por anticipado y tenían que conformarse con ver una maqueta o un render. Esa falta de respeto, junto con el mal paso del equipo, fue abono para la desconfianza, el escepticismo que muchos sentimos durante años y cuyo fantasma todavía aparece ocasionalmente.
Habrá que admitir que la lección ha rendido frutos. Con dificultades, pero lo ha hecho. La directiva encabezada por Jorge Vergara parece ser un poco más prudente, aunque además de los problemas con el Estadio ha tenido que lidiar con varios reveses más (personales incluso) para asentar, por fin, el proyecto deportivo de Chivas. Espero que esta misma seriedad, basada en logros y no en impactos mediáticos, alcance y consolide el proyecto de Chivas TV. De verdad. De coraza.
Otro elemento que llamó mi atención: la presencia del escudo tradicional. Desde que Chivas conquistó su onceavo campeonato, allá por el Apertura 2006, muchos de los aficionados rojiblancos se han involucrado con el equipo de sus amores de manera especial, una de ellas organizándose en foros y grupos para hacer valer su presencia ante la directiva no como simples fans, sino como se dice pomposamente en el mundo de la mercadotecnia actual: como prosumidores.
Me viene a la memoria el trabajo de grupos como Resistencia Chiva, formado por un enloquecedor grupo de personas que se conocieron, principalmente, a través de dos foros de aficionados: chivasrayadas.com.mx y Chivas Chingón. Ellos, y sus famosas mantas para recopilar firmas y ejercer presión, fueron esenciales para el mantenimiento de las tradiciones rojiblancas y para que Vergara entendiera (creemos que ya entendió) que el trato a los jugadores, a los ídolos de la afición, debe ser humano.
Me viene también a la memoria el nacimiento de medios alternativos creados por los aficionados, no como una moda, sino como una constante, que ayudaron a amplificar la convocatoria en defensa de las tradiciones de Chivas y que defendieron la causa tapatía en algunos de sus peores años, cuando veníamos en picada y nuestra posición en la tabla de porcentaje se volvió pesadilla. Hablo de iniciativas como Infinita Grandeza, proyecto encabezado por Alberto Domínguez (por fortuna, colaborador de Rojo y Blanco), Daniel Pérez y compañía.
Algunos de estos colectivos siguen, otros han desaparecido y unos más han surgido, pero son una constante. Su relación con la afición, y sobre todo con la directiva, ha sido para bien (espero…), ya que han ayudado a reducir distancias y a sensibilizar a Vergara y a su gente en cuanto a la forma de vincularse con los seguidores del Rebaño Sagrado, a intercambiar opiniones, a guardar la calma o un prudente silencio, y a pensar y reflexionar las cosas antes de hablar. Después de todo, aunque podamos tener diferencias, todos los rojiblancos defendemos algo en común: queremos lo mejor para Chivas.
Finalmente, me quedo con la parte más obvia de la foto: la imagen de la Chiva Loca, de Juan José Jiménez, sosteniendo la Copa. Esto en lo personal me deja un buen sabor de boca y me parece que marca el inicio de una nueva relación entre el equipo y su afición, de mutuo apoyo y respeto.
Y es que ahí, en medio del júbilo de la afición de Chivas, entre personas de distintas edades y estilos que invaden la cancha, la Chiva Loca sostiene el trofeo de campeón a pesar de los pesares, de las diferencias y del capricho de la directiva con su Chivafighter. Eso habla de aferre, de amor al equipo y, de nuevo, de la actitud de muchos aficionados de Chivas que apoyaron a la Chiva Loca y que han aprendido a cerrar filas cuando alguna decisión no le parece (ni modo, a veces hay que dejar la zona de confort).
Para concluir, admito que es cierto, que en la “imagen ideal” del campeonato debieron aparecer Almeyda, nuestros jugadores, los directivos. Pero esta imagen reúne, a mi gusto, muchos elementos contradictorios que debidamente capitalizados y estructurados han significado el éxito, un éxito que ha llegado a través de un aprendizaje difícil, complicado, tenso para todos los que hacemos que Chivas sea posible.
En fin, que es de celebrar no sólo lo que ha ocurrido en la cancha, sino fuera de ella: la diversidad de opiniones, bien armonizada, ha rendido frutos, y probablemente vengan muchos más. Saludos a todos, campeones, y muchas gracias por creer y por sentir.