¡Aceptemos algo!
Tú y yo somos parte de la generación, en que la gran mayoría de los aficionados que asistimos al estadio, sacamos de la chamarra, del pantalón, de la camisa o de algún bolso, el teléfono móvil…
¡Sí, qué no te de pena aceptarlo! lo usamos para ver la hora y para conocer el tiempo preciso que falta en que salga Chivas a la cancha y ruede la pelota sobre el campo, pero… ¿sólo lo usamos para eso?
Las Redes Sociales, WhatsApp y las Selfies llegaron a nuestras vidas para interrumpir la atención, de lo realmente importante… Pasa en la vida cotidiana con la familia y pasa hasta en los Estadios.
Por ejemplo, en la última final de Chivas escuché que el dispositivo de alguien hizo ‘ring’, justo cuando Alanis le mandaba el gran pase a Pulido. Contestó la llamada y se perdió del primer gol de la tarde; después vi que alguien en la tribuna, sacó su dispositivo para textear algo, luego de que el ‘gallito’ vázquez metiera el segundo gol de Chivas. No festejó. Quizá posteó algo en su muro del facebook para tenerlo de recuerdo, pero en un par de años se le olvidará… y cuándo quiera recordar ese momento, sólo tendrá presente el haber tomado su dispositivo móvil. Se arrepentirá de no haberlo vivido, de no haber brincado, gritado o haber abrazado a alguien, después de ese segundo gol memorable…
Ofrezco una disculpa a quiénes tuitean, mandan wasap o se autoretratan en tiempo real mientras juega Chivas. Yo por ejemplo, entrelazo mis dedos de la mano, doy chasquidos con los dientes, doy tragos a mi cerveza, aliento y grito, mientras, algunos sostienen un móvil con su mano. Deberían sacar una ley que prohíba tuitear, wasapear o selfiar durante los partidos. La mayoría en aquella última final contra el pequeño tigre, no parpadeamos, guardábamos el aliento, nos sudaban las manos, cantábamos y saltábamos ¿quién iba a pensar en un teléfono móvil en ese momento?
Seguramente un insensible que no estaba nervioso o uno al que le importaba poco esa gran final.
El dispositivo está muy bien para usarlo cuando juega el equipo más corrupto de México, —dónde ya sabes que atrás de cada partido, hay un as bajo la manga: la ayuda arbitral— En esos partidos sí debería estar autorizado hacer uso de todos los caracteres que twitter te permite, wasapear con la tía lejana, o selfiar con los alejados vecinos entre butacas. Pero haber usado el dispositivo mientras Chivas le estaba dando un gran baile a un equipo que se creía grande, ¡quedaba prohibido!
Otro ejemplo, mi papá. Él en casa tiene un ritual o un requisito cuando juega Chivas. Nos quita el celular a todos y si es un partido que no necesita internet, apaga el módem. Dice que los partidos se deben vivir a la antigua, —así estés en el estadio o en tu casa— Sin distracción del móvil o sin tanto anuncio entre las jugadas, aunque eso sea culpa de las televisoras con su publicidad. Con ello, disfrutamos el momento… Vuelven los tiempos en que los recuerdos quedaban en la memoria humana y no en la memoria de un aparato electrónico.
Sí alguna vez me preguntaron: «¿Cómo recuerdas tantas anécdotas personales que tengan que ver con Chivas?»
La respuesta es:
Porque desde niño siempre vi los juegos del Club Guadalajara con mi padre y sin ningún aparato que ocupara una distracción. Los detalles, los abrazos, las risas, los festejos, los goles, los títulos, los triunfos y hasta las lágrimas en las derrotas quedaron guardadas para siempre en mi mente, porque veía los partidos con el corazón…
Me da miedo que en un futuro lejano ya no tenga ningún recuerdo de Chivas y que todo lo que se haya guardado en el dispositivo móvil, —y no en mi mente—, salga volando por el aire, luego de que festeje un gol de Chivas y todo por andar viendo los partidos con un celular en la mano…
¡Adiós, tecnología!
¡Hola, partido!
¡Dejemos el celular y apoyemos a Chivas desde dónde sea!
¡Hoy gana Chivas!