El gusto de escribir sobre Chivas, me provoca un grave problema a la hora de dormir. En mi mente y sin querer, se forman y brincan miles de letras rojiblancas, cientos de ellas las ocupo para contar; tal y como lo hacía de niño, cuándo en mi mente, los borreguitos y las chivitas saltaban una cerca, dándome la ayuda para quedar dormido.
Eso ya quedó en el olvido…
Hoy, bien podría culpar al cambio de horario por arrebatarme una hora de sueño; pero sinceramente, la amistad que llevo con Hipnos, no va muy bien en los últimos dos años…, así que para quedarme dormido, es todo un ritual.
El show empieza aproximadamente desde las 11:15 pm. Inicio sirviéndome un vaso de leche caliente con chocolate ‘pancho pantera’, sí, ése que hace bastante espuma y que no se disuelve si la leche no está casi hirviendo. Una vez tomado y aseados los dientes, me acuesto sobre la cama. No ocupo meterme entre las sábanas y el edredón, ya que automáticamente se regula mi temperatura corporal. En seguida; comienza el vals con mi almohada, algunos pensarían que es una pelea, pero no, así bailamos ella y yo; más bien sería una salsa, un rock and roll o una cumbia, y todo lo que exista para marcar y dar vueltas, porque después de varias…, terminamos mareados y hasta separados, cada uno a los extremos de la cama, aborreciéndonos mutuamente.
Algunas veces deseo dar lo que he vivido en esta vida, dar lo que sé y todo lo que me queda por vivir…, sólo porque el Dios del Sueño: «Hipnos», fuera mujer… De ser así, la seduciría de forma muy romántica, de tal manera que jamás deseé irse. Nos complementariamos increíblemente en la cama, todas las noches…
Posteriormente para recuperar las fuerzas del baile que doy con mi almohada, me quedo acostado bocarriba mirando el techo blanco (sin albur) durante un par de segundos. Me harto del silencio y sigo sin sueño. Pienso en escoger un libro para leer, pero eso no me da sueño, me lo quita más… Giro el cuerpo sobre mi lado izquierdo. Agarro mi celular. Comienzo a toquetear la pantalla. Me paseo por las redes sociales, veo vídeos, leo todo lo que encuentro. La intención es cansar la vista, pero no, mis ojos se han acostumbrado a leer en la más completa oscuridad, y se enganchan a cualquier cosa que tenga frente a mí, incluso aquello que sea aburrido y malo hasta decir basta.
La batería del celular, advierte que es tiempo de ponerlo a cargar, e ir a la cocina por un café y preparar un sándwich. Después, me siento en el comedor y enciendo la Mac, por si acaso la inspiración estuviera de parranda y llegue a casa entonada y alegre, así, ambos pudiésemos terminar la noche sobre las cinco de la madrugada: En amor y compañía. En sexo y soledad.
Así ha sido mi vida nocturna desde hace un par de años. Todo parece una rutina de la noche anterior, y de la anterior, y de la anterior…
Al pasar por la sala. Me llama la atención ver siete sombras: son cuatro personas sentadas en los sillones, dos a pie y uno a punto de entrar por la puerta. Tengo el gusto de conocer a cuatro, las que están sentadas y felices. Dos de ellas, las que están de pie, serias y calladas, ellas no me simpatizan. Y, la última, la que va entrando, me parece nueva e interesante, creo haberla visto, pero no. Todas me miran como si me estuvieran esperando. Me invitan sentarme a su lado para compartir una agradable conversación, junto con un rico café.
En ese momento acudo al baño, siempre que me pongo nervioso me dan ganas de visitarlo. Una vez desocupada mi vejiga, me lavo las manos y también la cara, por aquello de que fuera una alucinación. Le doy un sorbo al café, está aún caliente. Regreso a la sala, y las siete personas que observé, desaparecieron… Tuve la necesidad de irme a mi recámara para cerciorarme que todo había sido un espejismo, y entonces sucedió…
Las siete personas, ahora estaban en mi habitación, las cuatro felices, acostadas. Las dos taciturnas, siguen paradas. Y la nueva, asomada por la ventana. En ese momento, dejo de sentir nervios y miedo. Me doy cuenta que cada una de ellas, representan una final de Chivas en los dos últimos años. Llegaron solas, cada una en su momento, muy sigilosamente entraron a mi hogar. Fueron tan silenciosas, que cuando me di cuenta, ya eran siete.
Dos años tan fugaces pasaron, que no me había dado cuenta de su presencia. No había observado que Chivas, volvía a las andadas, y ya contaba con varias finales…
Una de esas personas, la más joven, la nueva, mientras observaba nevar por la ventana, volteó y me dijo: «Sin frío y sin miedo, tienes que dormir, mañana nos conoceremos mejor».
Después de sus palabras, analicé que la falta de sueño, no se lo debía al estrés, ni a ninguna mala relación con Hipnos, mucho menos a mi almohada… Todo se debe a que estos dos años; Chivas con sus finales, me había causado dos con angustias y nervios. Cuatro, con felicidad y orgullo. Y una, la nueva, incertidumbre y duda.
Si no me equívoco, este insomnio es generado por ver a Chivas jugar las finales, y si es por eso, estoy dispuesto toda mi vida, a nunca cerrar mis ojos…
¡Hoy gana Chivas!