Desde la fe

¿En qué se parece el fútbol a Dios?
En la devoción que le tienen muchos creyentes
y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales.
-Eduardo Galeano

Al inicio de esta montaña rusa que ha sido la pandemia recuerdo haber llamado a mi abuela, más que nada porque mi mamá me recomendó tener contacto con ella, como buen mexicano sé que las recomendaciones de una madre son ley. Mi abuela me comentó que estaba muy triste porque habían cerrado las iglesias y aunque cada domingo podía ver la misa por Mariavisión (a través de televisión de paga), algo le faltaba, no era igual, le faltaba la comunión, ese íntimo momento de recibir “el cuerpo de Cristo”.

Ustedes los jóvenes no lo entienden, me dijo en un tono de tristeza, yo sólo atiné a responder “lo entiendo mejor de lo que quisiera”, pero no pude decirle porqué, yo pertenezco a esa gran mayoría del país, fui educado en la fe católica pero mi segunda religión es quizá más radical… soy fiel creyente del chivismo, una doctrina que nació en mayo de 1906 y cuya ciudad santa es Guadalajara.

En este país de 2467 municipios y 16 alcaldías nacer en Guadalajara es una mínima probabilidad, a todos aquellos a quienes se les ha conferido este don, se les invita a ir a misa cada 15 días, su responsabilidad es más constante, algunos cumplen religiosamente con este precepto, para ellos el cierre del estadio implicó una pérdida que no puedo dimensionar, sólo puedo imaginar que les falta una parte importante en sus jornadas.

Para el resto de los llamados al chivismo solo queda la peregrinación (toda religión posee rituales) y para mí como para la mayoría de los aficionados de sillón, la peregrinación es el mejor momento del año, comienza con la angustia de seguir la transmisión de la Federación Mexicana de Futbol, el día que da a conocer el calendario, una vez teniendo esto se sabe que hay dos fechas imposibles el partido contra el Atlas o el América en caso de que juguemos de local.

Es una complicidad que inicia desde saber quiénes vamos, la aventura de dónde nos vamos a quedar, como buena familia cabemos todos en la misma casa, algunos cruzan hasta 6 Estados para poder llegar ese día, quedamos de vernos en puntos intermedios para viajar los más posibles juntos, molestamos a los hermanos tapatíos para conseguir boletos, agendamos “la previa” para agotar los temas menores y llegar el sábado solo con un tema en mente: Las Chivas Rayadas.

Pero esta vez tuvimos qué quedarnos en casa, el templo mayor de la fe rojiblanca tuvo que cerrar sus puertas, todos los partidos se sienten como pretemporada, es anticlimático ver el gol sin que haya una tribuna hirviendo de gargantas gritando y celebrando; por supuesto que entiendo a mi abuela, y sé que los que me leen la entienden también, porque a todos nos está faltando la comunión.

El Vaquero Galáctico