Mientras escribo estas palabras me he dado cuenta, puedo hablar de esto sin inconvenientes, me sorprende tanto que me detengo unos minutos para reflexionar cuando fue que sucedió, busco entre decenas, no, mas bien entre cientos de recuerdos, pero no puedo identificar ninguno como el causante, en fin, lo importante es que puedo continuar mi relato sin melancolía, con gusto, acompañado de un sentimiento de triunfo y ¿por qué no? también de esperanza.
Sin mayores detalles puedo decir que la conocí siendo un niño, literalmente, no hablo de esa inmadurez que nos caracteriza como hombres, realmente era muy joven cuando la vi por primera vez, fue acompañando a mi papá en esas escapadas (que él sí que las tenía planeadas) de sus horas de descanso en su trabajo. Realmente fueron pocas las veces que la vi en mi niñez, en ese entonces no era para mi algo más relevante que las horas que pasaba frente al televisor jugando Nintendo o paseando en bicicleta.
Entrando a mi segunda década de vida ya era yo quien la buscada, empecé a hacer más frecuentes mis visitas hasta que se volvió algo imprescindible, cuando podía estar con ella todo lo que había pasado en los días previos quedaba atrás, al final del día ella quitaba de mi cabeza los pesares y multiplicaba las alegrías.
El tiempo fue haciendo lo propio, haciendo costumbre lo que antes era una aventura, aun así me sentía feliz de permanecer ahí; pensaba que nada podía separarnos, incluso cuando un nuevo apellido se mudó cerca de mi hogar. Cuando la nueva apareció no captó mi atención realmente, pero estando tan cerca de mi casa era inevitable verla crecer, llegó el momento en que pasar frente a su calle se volvió mi única ruta robándole mi mirada al camino todo el tiempo que el tráfico permitía. La belleza de la nueva empezó a evidenciar el paso de los años de mi vieja compañera, aun así no veía un cambio cercano en mi vida, a nuestras vivencias se le sumaba el entorno y esa costumbre que siempre hace más grande la resistencia al cambio.
Mi papá se dio cuenta de que mi encuentro con la nueva no fue accidental, con la serenidad propia de su edad me advirtió que no me dejara llevar, que no sabia realmente nada de ella, que se decían muchas cosas y todo podía terminar en un espejismo.
Después de haber estado con ella nada fue igual, propios y extraños habían opinado tanto que a muy pocos les había compartido mi decisión, solo era cuestión de tiempo.
¿Qué pasará con los amigos que hicimos en común?, ¿permanecerán en esta nueva etapa?, muchas más preguntas venían a mi mente en todo momento, aun cuando mi actual compañera me seguía regalando momentos memorables mis pensamientos no le pertenecían totalmente.
Pasó todo un año, y con la certeza de que no habría más postergaciones fui guardando mis visitas con el sentimiento de que serían las ultimas de esto y lo otro.
El 30 de Julio de 2019 fue nuestro primer día, ella lucia radiante, había nervios y muchas dudas, me preparé muchas horas antes para el encuentro, aunque a decir verdad llevaba días pensándolo todo, ¿a qué hora será bueno salir de mi casa?, ¿que camisa será la ideal para esa noche?, ¿llevare dinero suficiente?
Todo lo que hubiera podido anticipar fue en vano, el experto no lo parecía, no importaba cuantas veces lo hubiera hecho, los nervios estaban ahí, sentía el hormigueo en mi estómago, los minutos convertidos en horas y mi cabeza girando de un lado a otro buscando señales donde no podían existir, yo perdido y todo en ella era perfecta.
Quedé enamorado desde la primera vez, el miedo por contar lo nuestro se convirtió en orgullo, me convertí en su defensor, quería que todos la conocieran, que confirmaran lo que mis ojos me decían, que no había otra igual, estaba atento al más ligero interés de alguien por conocerla para organizar toda una visita guiada.
Como ya lo dije al principio no se cuando pasó, pero no me duele haber dejado el Estadio Jalisco atrás, aun con toda mi niñez y adolescencia, a estas alturas no hay punto de comparación para mí.
Dudo que el mismo Jorge Vergara haya podido imaginar cuanto disfrutaríamos este estadio, al igual que muchos otros he dado la vuelta por dentro y por fuera por puro gusto, me gusta pasar por la tienda solo para ver la nueva mercancía, me tocó conocer su museo en versión de dos pisos con sus juegos interactivos, ver un partido desde uno de sus palcos, hacer el tour del estadio, admirar las fotos de tantos ídolos en sus pilares, disfrutar de música en vivo al interior y exterior, armar una comida y cena sin que nadie te moleste, llenar los pulmones con el aire del bosque de La Primavera, los asientos numerados, su excelente sonido, su pantalla y televisores en pasillos y baños, la lista es interminable pero no puedo dejar fuera cuando nos invitaron a jugar unos minutos sobre su cancha y pude comprobar que tanto con taquetes como con zapatos de futbol sala no había razón para que los reporteros preguntaran todo un año a los equipos rivales si el pasto artificial afectó su juego, he gozado y conocido tanto este estadio en este tiempo como ningún otro lugar.
Casi 1000 palabras y no había hablado del equipo y antes de que se me acuse de darle tanta importancia a lo menos importante de lo que sí importa doy gracias a aquellos que en 10 años me dieron la oportunidad de festejar más títulos que los que pude presenciar en el Jalisco poniendo la cereza en el pastel a este aniversario. Ya son 10 años, y aunque hoy menos que nunca no puedo estar con ella sé que también me está esperando, no sé cuándo, pero sé que volveré a la cancha y si, mi esposa, mi hijo, los viejos y nuevos amigos también estarán ahí.