¡Oh, Chivas!

Pocos entienden esta pasión
y como disfruto esta emoción.
Casi junto al tiro de esquina,
dejo mi voz que no desafina.

Mi garganta cantando les pide,
un gol aplazado nos lo impide.
Entre brincos, cánticos y aplausos
pasa tu Historia llena de halagos,
hemos pasado victorias y fracasos,
más nunca pierdo la fe en estadios.

¡Oh, Rebaño! eres un sentimiento
que me hace Chiva de nacimiento,
me haces vibrar y contener el llanto,
cada que: «Daleee Rebaño», yo canto.

Me aferro a la bandera que postra
tus hermosos colores que muestra,
Tu Grandeza es real, pura y eterna,
que ninguna televisión te la inventa,
deja que se vayan los de ocasión
que para eso estamos los de corazón,
deja que sigan las burlas y la envidia,
que callarían si conocieran tu osadía.

Vivo atrapado con tu glorioso nombre
como nunca se ha visto a otro hombre,
eres la magia que alimenta mi alma
cuando le llega una copa y la calma.
Estoy trepado en tu Historia infinita,
que la felicidad, ni una derrota la quita.
Abrazado a mí llevo tu jersey rayado,
que parece lo llevo en la piel tatuado.

Codo a codo, levantamos todos las manos
compartiendo el sentimiento de hermanos,
en tu nombre es donde siempre olvidamos,
lo que con fuerza a tu amor nos sumamos.

Tu cancha es el sueño de muchos
y a donde vayas querrán opacarte,
pero no saben que los mexicanos
para jugar lo hacemos con arte.

Aquí en la tribuna nace mi locura
y la insaciable sed de alentarte,
te apoyo alegre y con frescura,
esperando ganarle al oponente.
Desbordas de sueños mi mente
y siempre te apoyaré fielmente.
En la cancha haces que despierte
un escenario implacable y ardiente.

Si habremos tocado la gloria
fue porque nos llevaste a ella,
y aquí nos tienes llenos de euforia
con el apoyo de tanta mujer bella.

Infinita Grandeza yo te declamo,
que al Deportivo es al que yo amo…
Víctor Hernández