Había una vez una Chiva, que vivía en un redil muy mexicano. Poseía mucho carisma y contaba con gran personalidad. Esta implacable Chiva amaba y practicaba el fútbol; tenía años de dominarlo y conocerlo más que todos los animales de su alrededor.
Durante todas las mañanas, corría y saltaba por el campo. No había día que no jugara con su balón, tarareando y silbando siempre el jarabe tapatío… Una sonrisa se dibujaba a diario en su distinguida cara. Su actitud frente a la vida era constantemente serena y alegre. Esto despertaba cierto interés en algunos animales. Un día en su rutina deportiva, de la nada se apareció un zorro que portaba un semblante serio y amargado. Este al ver a la Chiva, no tardo en expresar su duda y le dijo:
– ¡Ey chivo! ¿Cuál es tu secreto?
– «¡Hola, zorrito! ¿Qué secreto?», -dijo la Chiva-.
– El secreto de tu eterna alegría…
– No hay ningún secreto, Zorrito.
– ¡Por favor, no me mientas! He vivido amargado toda mi vida, por culpa de un único recuerdo que llevo celebrando. Quiero ser feliz siempre y poder sonreír como tú; pero sólo me hace dichoso el verte derrotado. Infortunadamente, esa felicidad es momentánea y eso me frustra. No logro mantenerla…
– No te miento, zorrito. No guardo ninguno. ¡Lo digo con sinceridad!
– ¿Por qué siempre estás alegre y feliz?, ¿eh? dime… ¿Por qué?
– Zorrín, no tengo razones para estar triste.
– Pero…, pero el sábado te ganaron y te metieron cuatro goles, yo estuve al pendiente de ti. Disfruté que perdieras y en ese momento estuve alegre, pero luego recordé que tú me metiste cuatro en mi casa y se me pasó, volvió a mí la amargura…
– ¿Sabes? mi eterna grandeza no me permite estar triste, menos amargado. En mi redil somos alimentados más que por el pasto del campo, por el espíritu y por la gloria de nuestra afición. Esta afición me premia con tanto amor incondicional, que difícilmente te permite estar triste. Somos cobijados por un apoyo total, que rápidamente te levanta el ánimo, y no se convierte en conformidad, porque ante una gran historia que cargo y que nadie tiene…, no podría estar yo ubicado en el conformismo. ¿Me entiendes…?
¿Cómo no estar feliz por estos motivos?
– No creo nada de eso… Si no me dices el secreto, hoy mismo bajo hasta el redil, salto la cerca y comienzo a golpear y a dar de patadas a todo lo que se me atraviese. ¡Me pondré fúrico!, nadie puede ser feliz por esas razones que me has dado…
– Nada me gustaría más, que complacerte, pero… no oculto ninguna fórmula.
El zorro estaba tan desquiciado, que al no estar conforme con las respuestas y de no explicarse cómo la chiva estaba alegre ante un resultado adverso, mejor decidió ir a visitar a su amiga llamada: ‘wilina’. Esta, era una incomprendida águila que no vivía en lo más alto de la montaña; esta vivía en una cueva profunda, en lo más profundo y oscuro, -casi como los murciélagos-, sólo que más escondida y maloliente. Únicamente salía a revolotear y a desempolvar sus desplumadas alas, cuando tenía algún «triunfo». La mayor parte del tiempo permanecía escondida en cautiverio. Pero este último fin de semana, salió de nuevo… Reapareció y se encontró con el zorro, quién lo fue a buscar. Cuando ambos animales se vieron, se saludaron con beso en boca, no de piquito. Luego, comenzó la rabia… Empezaron a chismear y no dejaron de hablar de la estoica Chiva…
– Oye wilina, ¿Tú sabes por qué la Chiva es feliz ante las adversidades?
– No lo sé, zorro. Toda mi apática vida he tratado de hacerle la vida imposible, pero nunca lo consigo. Es difícil opacar ese carisma que tiene esa condenada Chiva. Siempre le ando diciendo que me odie, pero la verdad…, yo soy la que odia su grandeza y esa felicidad que le caracteriza. Me da envidia porque tiene muchos seguidores. Por eso, no me queda más que hablar mal de ella con todos los animales; esto para intentar que no aumenten sus más de cuarenta millones de aficionados. Utilizo lo más bajo y ruin que pueda existir, me meto a internet en sus páginas de la Chiva y escribo tonterías para molestarla, pero ni así consigo hacerla decaer. Este sábado me burlé porque le metieron cuatro goles; pero se me pasó rápido…, porque recordé que a mí esa Chiva, me ha metido hasta siete en un partido, y yo…, ni las alas metí, no me quedó más que clavar el pico y fue entonces…, que ya no me supo tan buena la burla.
– Sí, lo entiendo, wilina. Yo sentí lo mismo…
– Por más que me han dado publicidad en televisión, jamás he podido ser como esa Chiva. No parece ser normal, parece ser de otro mundo… esta Chiva no come pasto, esta parece degustar del caldo de gallina y de la carne amarga del zorro. Una vez intenté auto nombrarme: ‘Campeonísima’ y todos los animales se rieron de mí… Aunque digan que no tengo…, sí tengo mamá, se llama televisa…, ella me dice que ya no haga trampas, pero nunca le hago caso, es por ello que siempre molesto a mi mami.
– Jajajajajaja te pasas wilina, ahora sí me hiciste reír. Tú tienes lo tuyo gracias a muchas finales dudosas, nunca serás una Campeonísima. Además los dos últimos partidos de Liga los has ganado por la vía penal y no eran válidos. Uno se lo robaste al puma y otro a mí; fueron dos regalos que te colocaron por unas horas en la cima… ¡Eres un cínico, cabrón!, y todavía te atreves a escribir en el facebook de la Chiva: «Santander».
No tienes vergüenza, ni perdón, wilina…
– ¡Cállate…, zorro! tú sólo tienes una copa, no tienes nada de que burlarte. No es mi culpa que no tengas dinero, -como yo-, para comprar finales…
Ambos animales después de una serie de dimes y diretes, ya no pudieron con tanto odio y con tanta amargura, así que decidieron ir en pareja con la Chiva, para externarle de nuevo la duda del por qué es tan feliz y quizá, también para sacar todo lo que llevaban dentro. Tras llegar con la experimentada del fútbol, esta educadamente respondía todas las repetidas preguntas que ambos cargaban.
– «Venimos a que nos digas el secreto…, ¿Por qué eres tan feliz a pesar de una derrota tan abismal?», -ambos preguntaron al mismo tiempo-.
– ¡Hola, mis estimados! ¿Cómo les va? No hay tal secreto. Mi felicidad se basa en la grandeza de mi Historia, en la pasión por mis colores y en el corazón de cada seguidor… Ustedes me desean ver perder, y cuando lo hago, ustedes son felices, les causa más alegría verme perder, que cuando ustedes logran un «triunfo». Tanta es mi grandeza que hasta eso logro causar en ustedes, eso entre miles de cosas más, me dan risa y por obviedad, me hace feliz…
– No te creemos. También lo hemos intentado y nunca podemos ser cómo tú. Tanto te envidiamos, que hablamos mal de ti todo el tiempo, por eso vivimos amargados y llenos de rencor… Tú ganaste un título en tu centenario, nosotros sólo ganamos burlas… Tú eres humilde y enorme. Nosotros prepotentes y habladores… Tú logras que todos los demás animales traten de ser como tú. Nosotros los alejamos… Esperemos que algún día, ambos alcancemos esa eterna grandeza…
– ¡Claro, todos pueden obtenerla! Quizá la única fórmula sea creer más en lo mexicano, también de ahí se desprende parte de lo que soy y de mi felicidad…
– ¡Nooo!, eso no. Los extranjeros son los que le dan vida a esta Liga. Sin ellos no hay espectáculo y a nosotros nos llevaría la chingada… Tú guardas un secreto, por eso eres el máximo ganador con puro mexicano. Ya mejor, dinos ¿Cuál es?, ¡por favor! -insistieron ambos-
– ¡Está bien!, les diré… El verdadero secreto de la felicidad, consiste en no discutir con nadie, jamás…
– Jajajajaja ¿Cómo? ¿Sólo eso? jajajajaja Chale ñero… No te creemos nada, ese no es el secreto.
– Tienen razón, no lo es…
Después de esa respuesta que dio la Chiva, ambos animales guardaron silencio, no supieron que responder. El zorro no fue tan astuto, ni la águila tan depredadora. La Chiva, una vez más les había dado una clara lección, esta vez no en fútbol, esta fue una lección de vida… La Chiva mantuvo su nivel y nunca se bajó para seguirles su juego. No provocó ningún conflicto. Les dio por su lado, porque sabía que si se los explicaba, nunca lo entenderían… Hubo un momento mágico que se dio en ese momento… dicha conversación, también fue escuchada por el tigre, por el tuzo, por el xolo, por el puma, por el nuevo lobo y hasta por el tiburón… Todos movían su cabeza en señal de afirmar lo que decía la Chiva, quienes admiraban su temple, su elocuencia, su diplomacia, su retórica y su finura.
A pesar de que la envidia y el odio han estado siempre unidas por perseguir a la Chiva. Esta vez, ninguno dudó de aquella grandeza que prevalecía en esta. Conmovió a todos al responder de forma ecuánime y respetuosa los comentarios y preguntas. Siempre supo guardar la calma y en su mente sólo se preguntaba una cosa: «¿A cuántos les dolió que yo haya salido Campeón?» Después de aquél día, ya no hubo más burlas para la Chiva; todos se dieron cuenta que ellos tenían más errores de donde poder hacerles bullying, por eso callaron…
Tras una gran lección, todo fue armonía absoluta… Todos veneraban a la Chiva que les enseñó el valor del respeto, la humildad, la valentía de que los éxitos sí se pueden lograr con mexicanos y sobre todo demostró que ante un zorro con furia y una terca águila con odio, siempre saldrá avante una gran Chiva apacible…
Moralejas: 🐐 vs 🐺 🐔
* Aprendan a respetar a los mayores. #RespetenAPapá
* ¡Antes de burlarte de los demás, fíjate en que se pueden burlar de ti..!
#SeBurlanDeMiDerrotaYYoLosHeGoleado
* Podrás burlarte un fin de semana de la Chiva, pero amargo serás por siempre…
#APalabrasNeciasRojinegrasOídosSordos
* No te queda hablar de Santander, cuando tienes muchos títulos dudosos. No televisa, no títulos. No PRODE’85, no party…
#TuHistoriaTeLaInventóTelevisa
* Haga lo que haga la wilina, siempre terminará molestando a su mami…
#QuéChingueASuMadreElAmérica
¡Vamos #Chivas!
*Ilustración de Qucho