Después de un día pesado, en la noche decidí salir a caminar por las calles de mi Ciudad, de repente, escuché un grito salvaje que me asustó. Eran dos tipos mal encarados, uno se me acercó pidiéndome que me detuviera y que les diera mis pertenencias, el otro se mantuvo a escasos metros de mí, para alertar a su colega.
—“Afloja la lana, cabrón”, dijo uno de ellos.
Saqué mi celular y mi cartera. De los nervios, tiré mis llaves del auto. El ruido hizo enojar al otro tipo que con mala gana se me acercó, y justo cuando me iba soltar un madrazo, me dijo:
—¿Tú eres Víctor?
—Sí, ¿tú quién eres?, respondí.
—¡No mames güey! tantos años sin verte, ¿neta no me reconoces? Soy el “Edú”, el de cuarto grado de Primaria.
En medio de mis nervios, no había reconocido a mi compañero de la infancia. Era Eduardo, quien se autodenominó “Edú”, por aquel jugador brasileño del américa. Su máximo deseo escolar, era que todos le llamáramos así.
—¿Por qué andas metido en esto de robar?, le pregunté.
—Pues ya sabes mi buen, en Bimbo no está tan chido, no me alcanza pa´ la papa.
—¿Pero no te has puesto a pensar que si te agarran estarás peor?
—Pues sí mi buen, pero ¿qué le hago? ¡No mames, tú sigues igualito!
—Hice el pacto como Dorian Gray.
—¿Don qué?
—Nada. Olvídalo. Si te lo explico no lo entenderías…
—No mames, pus´ si no le voy al atlas.
—Pero le vas al américa, ¡qué es peor!
—¡No mames!, no me digas que todavía le vas a las cabras.
—No solamente le voy a Chivas. Hasta ando con la idea de escribir un libro de Literatura mezclada con Chivas.
—¡No mames!, ¿Y quién chingados va a leer esa mamada?
—¡Tú, seguro que no! Ni eso, ni nada…
—Oye, y… ¿qué pedo con mi ex novia la Rosy, ella si terminó la primaria?
—No solo concluyó su Educación Primaria, sino que hasta se graduó con honores. Cuando tú te saliste y la dejaste, ella cambió para bien.
—Bueno mi buen, pues ya te dejo, le voy a seguir macheteando. ¡Ah! Y perdona el susto. Te damos tus cosas y ¿sin rencores, te late?
—“¡Simón!”, le contesté con sus modismos que él utilizaba cuando tenía la inocencia de un niño.
Después de despedirse y perdonarme por no ser víctima de su “trabajo”, siguió su camino junto a su socio perdiéndose por las oscuras calles para continuar con lo suyo y yo con lo mío…