Si usamos la imaginación, la vida es tan emocionante como en un juego de fútbol, el cual dura poco más de noventa minutos, esto, cambiando un año por minuto y viceversa, nos lleva al terreno de juego llamado: Vida.
En lo personal, mucho antes de darse el pitazo inicial, antes de salir al campo a calentar y de ser seleccionado en la plantilla titular, yo ya portaba orgulloso el jersey más hermoso: el Rojiblanco. El mes pasado empecé a jugar el minuto ’38. He jugado en esta cancha un arduo y emocionante partidazo, en el que me han dado muchas patadas al estilo llanero, pero también he driblado un par de sucias entradas. Me he ganado una tarjeta amarilla por barrerme de manera tardía a un oponente. He dado innumerables asistencias. Nunca un autogol. He entrado pocas veces al área chica con dominio del balón y con elegancia, logrando marcar un par de hermosos goles llamados: Hijos.
Dicen que el juego maduro llega después del minuto ’40, justo antes del medio tiempo y de los calambres. Algunos jugadores que he conocido a lo largo de mi partido, han sido expulsados del terreno, otros han pedido su cambio, unos han salido lesionados, pocos desisten y muchos continúan dando el mejor partido al estilo Pizarro.
Quién juegue más de los noventa minutos, ya es un héroe y debería salir cargado en hombros, ovacionándole por dar el último esfuerzo físico llegando al silbatazo final. El director técnico de tu juego, es el que tú elijas, el que defina tu creencia espiritual ante tu Dios, llámese Jehová, Alá, Buda, Jesús o en el que te encomiendes… es ése quién te puso en la cancha, y él mismo, decidirá en que minuto salgas del terreno de juego.
Pensando en todo esto, bien se podría hacer una reflexión con tu personalidad misma que se refleja, en que tanto amas a tu equipo. Si eres de los que abandona en las malas, seguro eres de los que aman por interés; pero si eres de los que están más en las malas que en las buenas, seguramente eres de los que aman incondicionalmente. Si eres de los que se queja de todo, sólo revientan y no eres nada pro positivo, quizá eres un ‘Gullit’ o un Ángel Reyna dentro en la cancha de la vida.
Las victorias o derrotas, son las jugadas que cada uno hace dentro del terreno de vida. Depende la posición que elijas y con que ímpetu quieras jugarla sin importar los golpes y lesiones a lo largo del juego. Al final, no habrá juez, ni árbitro, ni VAR que decida el resultado de tu desempeño. Si tu vida no está balanceada, al final te irás a penales y lo más seguro es que llegues a la muerte súbita. Los únicos que admirarán tu juego, será la gente que te apoyó y alentó desde el inicio. Tu barra: la familia rojiblanca, los amigos queridos y los contactos del facebook. Ellos son los que serán tu inspiración, tal y como tú lo haces con tu equipo, cuando está sobre la cancha.
El día que mi entrenador decida sacarme del juego, me iré con una gran sonrisa de haber dejado un granito de arena para mi equipo. Así que reflexiona en que minuto estás jugando y analiza si estás jugando con amor como Chivas o sólo juegas como equipo chico. Mientras que estemos aquí en el campo, hagamos todo por el equipo que amas y por dar el mejor juego de tu vida…