Las mejores condiciones de los futbolistas muchas veces no se encuentran a la vista de todos, en ocasiones el mismo jugador y la afición acostumbrados a verlos en determinada posición puede que nos haga formar un juicio y creer que todos deben ser inamovibles del lugar en la cancha donde los conocimos.
El tiempo nos ha hecho entender que no siempre es así y el mismo tiempo le dio la razón a quienes vieron alguna característica futbolística que había que explotar al mover a estos jugadores de posición y con esto hicieron que se quedaran al menos un instante en la memoria de los seguidores del Guadalajara.
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Tal vez usted recuerde a Michael Pérez por su épica batalla contra Sebastian Giovinco, duelos a muerte contra Rubens Sambueza, marcas personales contra Avilez Hurtado, haciendo coberturas a las bandas en momentos apremiantes o como decía el Gallo Vázquez: metiendo patita en zona de recuperación… pero su nacimiento futbolístico realmente fue otro.
Si hoy le preguntamos a John van ‘t Schip ¿a qué jugador debutó el 14 de octubre del 2012? Nos responderá probablemente “al que sería el futuro 10 de la selección nacional”, un medio creativo con gran visión del campo, de buen tiro libre, buen golpeo de balón, asistidor (como aquel pase de Pirlo que le puso a Brizuela en un partido contra Jaguares). Al final eso encontró y explotó Almeyda: un cinco con alma de diez.
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Patricio Araujo, capitán de la histórica selección sub17 que ganó el campeonato en el año 2005, nació como defensa central y es muy probable que su cambio de posición vino más del escritorio del dueño y la directiva que de algún desarrollo natural de su fútbol; pues debido al fervor que por aquellos tiempos causó tal generación de juveniles y con la salida abrupta de jugadores como Carlos Vela, se aceleraron procesos y para sorpresa de muchos Araujo terminó siendo contención titular del equipo campeón del 2006, dejando en la banca a jugadores consolidados como Manuel Sol, Juan Pablo Rodríguez ó el mismo Chore Mejía.
Siendo sinceros no lo hizo mal, era un jugador que embona muy bien en aquel 5-2-3 en donde tenía que cubrir muchos recorridos horizontales que Diego Martínez y Ramón Morales dejaban a sus salidas y otorgarle la libertad táctica que Gonzalo Pineda necesitaba para que el equipo no se partiera en dos.
Curiosamente terminó su carrera hace poco en Puebla, donde sus últimos partidos fueron otra vez en la defensa central.
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Por aquella zona derecha del medio campo con doble función, siempre luchando, siempre peligroso, asistiendo, tapando la salida de los laterales, obligándolos a quedarse en su propia mitad. ¡Sí, todos recordamos al Tilón!
A la leyenda del gol agónico de las semifinales contra Morelia ó del gol que hizo explotar la goleada contra Toros Neza. Si algo hay que decir extra sobre la carrera de Paulo César Chávez es que fue longeva, que su historia como futbolista no terminó cuando salió de Chivas, después de convertirse en un histórico del Guadalajara se fue de paseo con media liga a equipos como Monterrey, Toluca, Morelia, Veracruz, Leon, Necaxa y en varios de esos clubes continuó esforzándose por permanecer en otras zonas del campo y compensar su falta de desequilibrio y velocidad de antaño con la experiencia que en años como el 2011 podía ofrecerle a su equipo.
Tuvo dignos partidos jugando en el centro del campo que llamaban la atención de todos los chivahermanos.. escuchabas a cada rato ¿sigue jugando el Tilón?…
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Un extremo derecho que seguramente no iba a durar más de un año en la órbita de Chivas y después, quien sabe, ya conocemos todas las historias de esos fantasmas de las fuerzas básicas que prometían y que se quedaba en nada… para allá iba aquel extremo derecho impetuoso pero sin regate, desequilibrio, ni gol.
Ante el declive evidente en la carrera de Omar Esparza, empezó a retroceder a la zona lateral derecha, le costó mucho trabajo adaptarse a una posición que no había educado en su crecimiento, fueron muchos torneos de lucha, lesiones y abucheos, hasta que por fin logró madurar la posición, se consolidó como uno de los mejores laterales derechos de la liga, convirtiéndose en Don Jesús El Chapo Sánchez García, el multicampeón defensa que se ganó el corazón de los vestidores rojiblancos y de toda la popular.
El histórico Tiburón, al que usted y yo admiramos tanto, debutó en 1991 jugando la posición que él y todos pensaban dominaba más en el campo de fútbol: mediocampista por derecha. Sin embargo Ricardo Tuca Ferreti tuvo la gran visión de probarlo y verlo en la defensa central junto a Claudio Suarez (algo que también debió ayudarlo muchísimo), ese movimiento lo convirtió en uno de los mejores centrales mexicanos de la década de los noventas y principios del 2000…
Campeón de liga, mundialista en Francia, seleccionado en Confederaciones, era un dotado con todo un estilo dinámico para irse al ataque en salida, extraordinario manejo de los tiempos y espacios al defender; todos esos detalles que por supuesto no aparecieron por arte de magia, sino que venían de sus bases de mediocampista. ¿Qué hubiera sido de él en caso seguir en esa posición? Bueno, creemos que un “tal” Paulo César Chavez, que debutó poco tiempo después que él, lo hubiera mandado a la banca y quien sabe (como le ha pasado a muchos jugadores talentosos) hubiera desaparecido del primer equipo.