No vale la pena llorarle al que no se queda

En el “Mundo Chiva” queda claro que cualquier situación puede ser magnificada al grado de llevar a muchos de sus aficionados a lo más básico de su humanidad. La ira y la desesperación se apoderaron el día de hoy de muchos (¿Cuántos? Ni idea) fanáticos rojiblancos, quienes guiados por una columna de César Huerta, en la que el reportero afirma que el Guadalajara extraña a Bravo, comenzaron otra campaña más de irracionalidad en redes sociales.

Como mi trabajo no es convencer a nadie de creer en tal o cual cosa, me limitaré a dar mi humilde opinión acerca del tema.

Para empezar, Omar Bravo no está porque no quiso quedarse. Punto. Así de sencillo es. El máximo goleador en la historia del Rebaño juega en la NASL porque él considera que es lo mejor para su carrera en este momento. Lo dijo él, no lo estoy inventando yo.

El revire de las magdalenas del mochiteco es: “es que Omar ya no se sintió cómodo cuando Higuera lo quiso vender en el draft”. Puede ser que sí, pero ya tan viejo, a sus treinta y seis años, con todo su recorrido profesional, es de dudarse que una situación por el estilo afecte a Bravo. A menos de que sus fans lo consideren una delicada flor de primavera. Qué sentidito entonces.

Bravo tenía la confianza y el respaldo del técnico, Matías Almeyda, para seguir aportando su liderazgo, veteranía y experiencia; pero el nueve eligió otro camino, sin consultárselo al Club. Se fue porque se le pegó la gana, no quiso estar, fue su decisión y de nadie más.

Qué si Omar hace falta, puede ser que sí, no soy quien para responder la pregunta. Lo que sí sé es que quiso irse del equipo, dicho por él “ni les debo, ni me deben”. Así que lamentarse su ausencia no tiene sentido. No vale la pena llorarle al que no se queda, diría el intérprete agropecuario.

FOTO: http://www.carolinarailhawks.com/