¿Se vale ilusionarse con el título?

Amigo, valedor, carnal, cuate, bróder, vato, chivahermano: no te ilusiones con el título; mejor atrévete a creerlo y a sentirlo. ¿Hay alguna diferencia acaso? Para mí sí, y me explico a continuación (con la ventaja de ver las cosas fríamente, sin el choque de emociones ni el impacto de adrenalina de ayer en la noche):

La ilusión va de la mano de la fantasía, es una representación imaginaria que no se sustenta en la realidad o que parte de un engaño. Y después de lo que vimos en el primer juego de esta final, ayer, con Chivas enfrentando con personalidad un partido en el que muchos esperaban lo peor, creo que podemos atrevernos no a ilusionarnos ni a fantasear, sino a sentir y a creer que el título es posible porque hay argumentos, bases reales para conseguirlo.

Ilusionarse y fantasear es hasta cómodo: no hay compromiso. Si las cosas se dan como soñamos, podemos decir que siempre creímos en la causa, y quedamos bien. Y si las cosas no se dan, podemos decir con cierta ligereza: “estaba ilusionado, por un momento creí que era posible”, y luego fingir demencia, creyendo que con eso hemos librado el trámite.

Hay que decirlo: creer y sentir que Chivas puede ser campeón no nos va a coronar. Pero al creer y sentir con el alma y el corazón que es posible, que hay fundamentos, asumimos una actitud diferente para el partido de vuelta, adquirimos fuerza y coraje para enfrentar lo que viene y evitamos ser arrastrados por el vendaval de opiniones estúpidas de la prensa deportiva y del “experto” de la oficina o de la cuadra. Y, finalmente, nos comprometemos con nuestro equipo, apoyándolo y exigiéndole sanamente un buen resultado, y reconociendo sinceramente el esfuerzo realizado por nuestros jugadores y cuerpo técnico (claro que sin autoengaños).

No le restemos mérito a lo que hizo Chivas en este primer encuentro, o en toda la temporada. Reconozcamos nuestro valor. El resultado en el partido de ida, en el momento en que concluyó y dadas las circunstancias, por supuesto que nos dio coraje. Pero los invito a que no nos devaluemos, que es lo que otros quieren que hagamos. Ustedes dicen si les dan el gusto.

Chivas 2, Gignac 2

En el partido de ida de la final del Clausura 2017, jugado en Monterrey, los equipos mostraron sus mejores argumentos: Chivas el buen funcionamiento colectivo y los otros a Gignac. Las fuerzas se neutralizaron. Nada para nadie, y todo se resolverá en Guadalajara el domingo.

Lo “curioso” de los comentarios que me ha tocado escuchar hoy, dichos a mi gusto muy a la ligera y sin tomar en cuenta que estamos hablando de una final (que hasta donde sé nadie disputa para perder, excepto un equipo de la Ciudad de México), es la manera en que contrastan con lo dicho antes del juego. Cabe decir que, claro, los comentarios aquí citados fueron dichos por las mismas personas, je.

Antes del partido: “si Chivas pierde por uno, digan que les fue bien”, “¡no!, si antes digan que sus Chivas llegaron lejos”, “Chivas ha pasado apenitas, y los otros hasta han goleado”, “Chivas se va a llevar un costal de goles de Monterrey”.

Después del partido: “Chivas los dejó ir vivos”, “Chivas se dejó sacar el partido”, “era demasiado si Chivas se iba con la victoria”, “Chivas la tiene muy difícil en la vuelta, ¿eh?”.

Obvio que la tenemos difícil; lo sabíamos desde el principio… Pero en fin, no podemos esperar mucho de un nivel de análisis futbolero formado por televisa, en el que la volátil mentalidad de los aficionados sin criterio nos tildaba de pendejos por jugar una final “que van a perder por goleada, bien feo”, y que ahora nos tilda de pendejos “porque dejamos ir el resultado”.

Y todo porque los agoreros no admiten que los pendejos son ellos, porque son incapaces de aceptar que fallaron en sus vaticinios, algunos impúdicamente exhibidos a grito pelón o a punta de tuitazos, y más aún, son todavía más pendejos no porque no esperaban un empate, sino porque abren la boca sin fundamento, sin pensar, sin juicio propio, repitiendo algo que escucharon por ahí.

¿Y entonces qué hacer?

Pues admitir las cosas como son: que nuestro rival es complicado, complicadísimo, pero no imposible de superar (¿de verdad alguien todavía piensa que ser campeón es sencillo?). Que Chivas está en la pelea, y que si nos daban por muertos fue por un análisis simplista, basado en los marcadores finales de la liguilla y no en el desempeño táctico o la fuerza mental de un grupo.

Que debemos sacar provecho del empate y de la forma en que se dio, para ser humildes y no caer en excesos de confianza. Que debemos afinar detalles, no perder la concentración y no renunciar al ataque. Que Almeyda debe pensar mejor los cambios (aunque admitámoslo: las lesiones han limitado su abanico de opciones). Que nos faltan 90 minutos en casa, y eso implica una ligera, ligerisisisisisisísima ventaja.

Y mi favorita: que aunque no lo admitan, le dimos un bañito de humildad a la prensa cínica, a nuestros rivales y a los aficionados de otros equipos que nos querían ver humillados, porque les falló la cantaleta de toda la vida: “el rival es mucho para Chivas: tienen muchas individualidades muy buenas, extranjeros de primera, una nómina muy alta, un técnico muy experimentado, y bla, bla, bla”.

¿Esto último les suena conocido? Insisto e insistiré cuantas veces sea necesario: es el mismo rival de Chivas en toda la temporada. Y si me apresuran, de prácticamente toda nuestra historia.

Aprovecho lo antes dicho para decir algo más. Los invito a que derrotemos a otro enemigo más: a nuestras fantasías, y que en cambio creamos más en Chivas. Dejemos la comodidad de la ilusión. Seamos positivos y realistas, y descubramos que pase lo que pase el domingo, nosotros ya ganamos. “Chivas ya nació como campeón”, reza una canción que seguramente todos conocen. Si la directiva continúa por el buen camino en lo deportivo y lo administrativo, si los jugadores y el cuerpo técnico siguen sintonizados, y si nosotros como aficionados hacemos lo nuestro, tendremos buenas noticias no una, sino varias veces en este año y en años venideros. Lo importante es que se haga costumbre.

Saludos a todos, y mis mejores pensamientos y emociones para que las buenas noticias inicien este domingo 28 de mayo. Primero Dios, el Diablo, Darwin, Juárez, Freud, Jung y Einstein, ¡que así sea!