Pasado, presente y futuro

Los invito a viajar en el tiempo. Hace cuatro años, Chivas vivía uno de sus peores torneos en épocas recientes y que no mucho tiempo después le provocaría estar peleando por no descender. Empecemos pues. Terminaba el Clausura 2013 con una marca de 3 partidos ganados, 7 empates y 7 derrotas. Lugar 17 de la tabla general, 16 puntos y además América campeón. El siguiente torneo (¿o debería decir los siguientes torneos?) la historia no fue muy diferente y quizá hasta peor: posición 16 y 12 puntos (América subcampeón, por si estaban con el pendiente).

Luego, y para no alargar mucho este viaje, las cosas no pintaron mucho mejor. No sé si lo recuerdan.

Clausura 2014: posición 15, 21 puntos. Apertura 2014: posición 16, 16 puntos.

Para el Clausura 2015, parecía que se veía la luz del túnel (y hoy parece que estamos por llegar al final) y se llegaba a puestos de liguilla, Chivas terminaba el torneo en la quinta posición pero cayendo en semifinales ante Santos.

La campaña siguiente, el Apertura 2015, se tuvo un mal comienzo y, juntándose con los pocos puntos cosechados en cuatro de los cinco torneos anteriores, terminó por convertirse en un gran problema, serios problemas de descenso.

Justo en este contexto llegaba Matías Almeyda, a “salvar” a un equipo, al equipo más grande de México. Con dudas, sin saber mucho de él y con un poco de “no puede ser peor que todos los anteriores” recibimos un nuevo “pastor”.

Y así ahora les pido que volvamos al presente, porque la historia de Matías es todavía muy joven y quizá no se quiera ver todavía en pretérito. Porque año y medio es muy poco y a la vez varios buenos recuerdos, y porque por ahora, es también un futuro, un futuro en el que hay una gran esperanza de ver a Chivas Campeón.