El tiempo se termina para Carlos Fierro

El futbol no perdona nada, tarde o temprano la cancha cobra y hace justicia, no hay mentira que dure. Estas leyes naturales del balompié se recrudecen en los equipos grandes, los errores se magnifican y los aciertos te hacen héroe.

Pero… sí, siempre hay un pero, en el Guadalajara, que es una especie de universo paralelo, estas reglas funcionan de otro modo. Como en ningún otro club, al menos de México, se le da un valor desmedido al sentido de pertenencia, al amor a los colores e identificación con los mismos. No es que esto sea necesariamente algo negativo, más bien es un arma de dos filos.

Esto ha dado como resultado que en los últimos años jugadores con pocos argumentos futbolísticos se hayan mantenido dentro del Club durante varias temporadas, algunos como titulares, con las ya conocidas consecuencias: haber peleado el descenso durante dos temporadas.

Todo esto viene al caso por lo que pasó ayer en el Estadio Chivas, en el partido de Copa MX entre el Guadalajara y el Atlante. Un jugador consentido por muchos seguidores chivas, y algunos ex directivos (Néstor de la Torre), por fin comenzó a colmarle la paciencia a los “abucheadores” que compran boleto para ver a los rojiblancos.

No hay que ser un científico del futbol para saber que Carlos Fierro es un jugador limitado, pero lo que ha exhibido desde su regreso de Querétaro ha sido infame. Ante la ausencia por lesión de Carlos Cisneros y la baja de juego de Isaac Brizuela, Matías Almeyda le ha dado la confianza al sinaloense, pero este no ha respondido.

Contra el Atlante, Fierro tuvo un partido para el olvido, y una parte de la tribuna se lo comenzó a reprochar. Pero el reclamo no quedó ahí, porque el técnico argentino fue el que puso las cartas sobre la mesa en la conferencia post partido: “Cada jugador sabe que el futbol te puede dar noventa minutos, treinta minutos o a veces no te da más, son conscientes en que deben aprovechar cada que juegan”.

Almeyda vio lo mismo que todos nosotros, Fierro no generó peligro ante la defensa de un equipo de Ascenso, su actuación fue un doloroso concierto de errores que duró noventa minutos. Al ex campeón mundial Sub-17 se le está terminando el tiempo, las oportunidades, y ese amor incondicional e irracional de sus fans.